Hazlo, aunque tengas Miedo
Share
¿Qué es el miedo?
El miedo es una emoción inevitable. Está ahí para protegernos, para advertirnos, para recordarnos que algo importante está en juego. Pero muchas veces dejamos que nos paralice, que nos robe oportunidades y que nos encierre en la comodidad de lo conocido.
La pregunta es: ¿quieres una vida cómoda o una vida auténtica?
El peso del “¿qué pasaría si…?”
Todos cargamos con dudas internas. ¿Y si me equivoco? ¿Y si no resulta? ¿Y si me arrepiento?
Pero déjame hacerte esta pregunta:
¿Prefieres arrepentirte de haberlo intentado o vivir con la duda de nunca haberlo hecho?
La vida no se mide solo por los éxitos, sino también por los riesgos que nos atrevimos a tomar, aunque no tuviéramos garantías.
El miedo como compañero, no como enemigo
No se trata de eliminar el miedo, porque el miedo siempre va a aparecer.
Se trata de aprender a caminar con él al lado, de escucharlo pero no dejar que tome el control.
Hazlo aunque tiemblen tus piernas. Hazlo aunque tu voz se quiebre. Hazlo aunque sientas que no estás lista, porque probablemente nunca sentirás que lo estás del todo.
El regalo detrás del salto
Cada vez que te arriesgas, aunque el resultado no sea perfecto, ganas algo único: experiencia, aprendizaje, confianza en ti.
Descubres que eres más fuerte de lo que pensabas y que muchas veces el miedo era solo un espejismo.
El salto no te garantiza un final feliz, pero sí te asegura crecimiento. Y eso ya es un regalo.
Si hoy tuvieras la seguridad de que no vas a fallar, ¿qué harías?. Ahora, ¿qué pasaría si lo intentas incluso con la posibilidad de fallar?
Hoy Elígete
Elegirte también significa atreverte. No hay manuales ni certezas, pero sí hay algo seguro: la vida pasa, y no vuelve atrás.
Hazlo aunque tengas miedo, porque la valentía no es ausencia de miedo, es acción a pesar de él.
La próxima vez que sientas miedo, pregúntate: “¿qué historia quiero contarme a mí misma dentro de 10 años?”
Que este sea tu recordatorio: no dejes que el miedo escriba tu historia. Atrévete a dar ese paso, aunque sea pequeño. Al final, lo único peor que equivocarte es nunca haberte dado la oportunidad de intentarlo.
Con amor y cariño,
Javiera